-Zagal… no es un hombre malo.
Alejandra sonaba convencida. Su abuelo la miró sorprendido.
-¿Lacros podrá salvar a Zagal?
-Eso lo sabrás más adelante – El abuelo le sonrió a
Alejandra y miró por la ventana, melancólico – Las cosas eran distintas en esa
época.
Kua-Yi desayunaba a la orilla del salto de agua, mientras
Lacros se mantenía bajo la cascada. Había pasado al menos doce días y doce
noches bajo el constante golpe del agua, solo deteniéndose para comer una vez
al día. Su cuerpo estaba casi sano y había bajado de peso considerablemente,
pero Kua-Yi notaba como Lacros había cambiado desde las últimas noticias.
El mundo estaba en llamas. Cui del Norte había caído bajo la
espada de Zagal, y ahora los caminos se llenaban de campamentos temporales y
forasteros. Las leyes de los antiguos imperios ahora se habían trasformado en
la ley del más fuerte.
Hace unos días atrás, un caballo flaco llegó hasta la casa
de Kua-Yi. El jinete del caballo estaba casi muerto. Desnutrido, con una herida
abierta en un costado, lleno de moscas y larvas. Kua-Yi junto a su esposa lo
vendaron e intentaron desinfectarle las heridas, pero su sangre ya estaba muy
contaminada y sus extremidades se comenzaron a poner negras. El caballo, murió
la misma noche en que llego. El hombre, era un mensajero que logró escapar de
las ruinas de Jade. Les contó que algunas familias se habían quedado a proteger
lo poco que les quedaba, pero unos días después del ataque, barcos piratas habían
poblado la costa. Ahora el imperio que alguna vez fue Jade se había reducido
solo a pequeñas ciudades en ruinas, cada una “reinadas” por un capitán
extranjero. El capitán que había tomado
las ruinas de Jade se hacía llamar “El Gran Carnicero”. Era un Borosi, moreno y
corpulento, calvo y con una larga barba teñida de verde y azul. Disfrutaba
raptando jóvenes de las familias sobrevivientes, violarlas hasta dejarlas
embarazadas y luego regresarlas a las familias con la orden de criar a los
bastardos. Decía que repoblaría Jade con su sangre. Quien se opusiera a él
terminaba amarrado a un caballo, con cortes suficientes para morir desangrado o
por infecciones, y se le enviaba a cabalgar hasta perderse. El jinete era uno
de sus víctimas más recientes.
El jinete también hablo sobre noticias que venían de ambos
lados del mar. El Imperio del Sol se preparaba para el azote de Zagal, y las
ciudades mercantes habían cerrado sus puertas, cortando todo el comercio
exterior. Las ciudades libres de Kalim-ha comenzaron a migrar hacia las zonas
selváticas y muchos extranjeros habían poblado las ruinas de los Imperios
Muertos, entre los ríos Gemelos.
El mundo había cambiado por la mano de Zagal y aun no
terminaba. Lacros estaba lejos aún de estar a la altura de su enemigo, y cada
día que pasaba era como un siglo en caos. Dos días después de llegar, el jinete
murió por el envenenamiento de la sangre.
Lacros había estado focalizado en su entrenamiento desde el
día que el jinete murió. Pasaba los días enteros bajo la cascada, reflexionando
y meditando. A la mañana del treceavo día, Kua-Yi lanzó una roca pequeña contra
el rostro de Lacros. Al sentir el impacto, Lacros abrió los ojos lentamente y
miro a Kua-Yi. Estaba con dos hombres.
Lacros se levantó, se vistió y se reunió con Kua-Yi.
-Veo que las bendiciones de la paciencia y la disciplina te
han alcanzado Lacros, pero se necesita mucho más que eso – Kua-Yi se dirigió
hacia los dos hombres – Ellos son Niche y Roiry, antiguos alumnos de esta casa,
y los mejores.
Niche era alto y delgado, tenía el pelo largo y negro como
la noche, tomado en una cola de caballo perfectamente peinada. Sus ojos
rasgados dejaban ver un resplandor azulado, y su rostro estaba perfectamente
afeitado. Llevaba una armadura de placas flexibles color verde. En Jade, la
tradición dictaba que los guerreros más curtidos y perfectos llevarían armaduras
ligeras y flexibles, ya que su mayor protección era su habilidad. También
llevaba una espada delgada y afilada colgando del cinturón, idéntica a la de
Efrón. Las llamaban Katanas.
Roiry era más bajo que su compañero. De hombros anchos y
encorvados, tenía el aspecto de un toro. Era totalmente calvo, aunque se notaba
que se rapaba. Tenía la barba ordenada y delineada desde las patillas hasta el
comienzo del mentón, dejando la boca descubierta. También llevaba una armadura
ligera, pero de color rojo ladrillo y llevaba su katana amarrada del cinturón.
-Ellos te ayudaran a perfeccionarte físicamente Lacros. Te
enseñaran el estilo de batalla de Jade, basado en la rapidez y la precisión. Es
muy distinto al estilo de Eris basado en la fuerza. Comenzaremos con espadas de
madera.
-¿No usare armadura?
-Claro que si Lacros.
Cuando Lacros salió de la habitación, apenas se podía mover
por los pesos en las muñecas y en los tobillos. Además, la armadura de la
guardia de Eris, que tenía Kua-Yi para Lacros estaba modificada, con placas de
acero adicionales para hacerla más pesada y calurosa.
-¿De verdad piensas que podré hacer algo vestido así?
-¿No aprendiste nada en la cascada? – dijo Roiry con
agresividad.
Lacros tomo la espada que le dio Kua-Yi, que era pesada y
tosca. Frente a él se preparó Niche con una sonrisa en los labios. Comenzó con
un paso a delante, observando. Lacros se sentía nervioso, no confiaba en el
método que había elegido Kua-Yi, pero había tenido razón con la concentración
bajo la cascada y Lacros se sentía distinto.
Niche ataco rápidamente, sin que Lacros siquiera pudiese
verlo. En menos de dos segundo, golpeó a Lacros en un costado, directamente,
desequilibrándolo, y luego con la empuñadura le dio un golpe en el rostro que
lo derribo. Lacros apenas se pudo levantar. Cuando Niche se acercó a ayudarle,
Kua-Yi lo detuvo.
Lacros se puso de pie, mareado y cansado por el peso y el
calor. Intentaba concentrarse, pero no lo lograba. En su mente lo golpeaba el
calor, luego el peso de la armadura, el cansancio y la frustración. Se
cuestionaba si Kua-Yi quería darle algún tipo de lección o si realmente tenía
que mover semejante armadura para luchar. Pero antes de poder responderse una
pregunta Niche le dio un golpe certero sobre la rodilla, luego un golpe en las
costillas y lo lanzó nuevamente al piso. Casi no sentía los golpes, pero la
fuerza lo hacía revotar dentro de la armadura y lo desequilibraban fácilmente.
Lacros estaba furioso con Kua-Yi, pero no quería levantar la
voz, o sentía que no podía, apenas daba respiros cortos. Un tercer ataque de
Niche le dio vuelta al mundo de Lacros, quien callo de cara contra el pasto.
Intento escupir sangre y pasto, pero ni energías para eso tenía. Esta vez
sintió que alguien lo levanta y lo ponía de pie. Frente a él se preparaba
nuevamente Niche con su espada de madera.
Lacros veía borroso más allá del visor. Sentía todo más
lento, sentía que se tambaleaba. Levanto la espada instintivamente, en un gesto
defensivo, pero apenas si podía pensar en lo que estaba haciendo. Otro golpe
contra el piso y se desmayaría. Ya no importaban Kua-Yi, ni las cascadas, ni el
peso ni el calor, solo podía ver a Niche.
El Jaderi ataco, con la espada en alto. Lacros vio como la
levantaba y tranquilamente, rendido ante el agotamiento, levanto la espada y
detuvo el golpe, aprovechando el peso de la armadura para envestirlo con gran
fuerza. Niche se desequilibró y Lacros alzo el brazo pesadamente para derrumbarlo.
Niche escupía pasto el piso y Lacros no entendía bien lo que ocurría. Solo se
dejó llevar. Kua-Yi sonrió.
Con dicha lectura agresiva y agotadora en cuanto a la reiterada lucha.. No me imagino a una nieta tan pequeña entender los valores que desea para Lacros frente a tanta maldad. Espero leer indicios de paz y enseñanzas como el perdon, amor, etc. SUERTE!
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