domingo, 21 de abril de 2013

Capitulo XVI: LA GRAN AMENAZA.


-¡Soy Skalia de Cui! – Gritó Alejandra parándose sobre la cama.
Su abuelo la miró y sonrió.


En la oscuridad solo se diferenciaba la pequeña luz del cigarro, y luego la exhalación del humo rompía el silencio.
Los ojos se buscaban, preguntándose qué ocurriría, sin decir palabra alguna. Se sentía el nerviosismo y la ansiedad.

Cuando el silencio fue absoluto, el anciano dio la orden de avanzar. Dos sombras cruzaron el valle, dejando cinco atrás. Solo una se volteó por un momento.
La carta que habían recibido el día anterior aclaraba la situación del Imperio del Sol. Zagal había arrasado con la capital y con todos los pueblos que componían el Imperio. Eso significaba que el mundo estaba destruido, todo lo que fue alguna vez ahora eran ruinas y recuerdos.

Según Kua-Yi, las posibilidades de encontrar al Dragón de Sol eran nulas, todo dependería desde ahora en delante de Lacros y Skalia, pero Lacros aún tenía un gran camino por delante para estar a la altura de Zagal y Skalia era una niña de diecisiete años.

El tiempo no estaba a su favor. En cualquier momento Zagal encontraría las espadas y sería el fin.

El camino ahora miraba hacia Boros, las ruinas del imperio mercante, y buscar la espada del dragón ancestro de Lacros. La suerte les había sonreído una vez y Zagal no fue capaz de encontrarla, pero eso no sería para siempre. Según Kua-Yi, el espíritu de Aleryion aún no recuperaba todo su poder y mientras siguiera débil, Zagal era vulnerable.

Lacros quería salvarlo, sentía que en su interior que Zagal seguía siendo su compañero, en algún lado, más allá de los mandatos de Aleryion.

-¿Cómo es que el espíritu de Aleryion ayuda a Zagal? ¿Por qué no puedo escuchar a Boros? – Pregunto Lacros cuando recibieron la carta.

-No lo sé – Respondió Kua-Yi – Se dice que los Dragones jamás mueren, solo renacen una y otra vez. Es por eso que las madres Dragones mueren al nacer sus hijos, y es por eso que los Dragones son hijos únicos. Antiguas leyendas de Cui cuentan del espíritu del Dragón que habla desde las alturas con su hijo, y los chamanes y brujos de Sol han escrito sobre las enseñanzas del Dragón que se comunica a través del hombre. Si esas historias son verdad, quizás es posible que en Boros puedas descifrarlo. El mundo ha cambiado Lacros, ya nadie recuerda a los cinco padres y los Dragones habían sido olvidados hasta ahora.

Ambos se quedaron en silencio. Quizás intentaban pensar sobre el futuro de la misión de Lacros o los siguientes pasos que daría Zagal. Ya había destruido el mundo entero y no había encontrado las espadas Dragón. El Dragón de Sol debía estar muerto en ese momento, así que la espada de Sol estaba totalmente perdida.

Mientras Lacros cruzaba el valle a oscuras junto a Skalia, sintieron un ruido ensordecedor. Desde la casa de Kua-Yi comenzaba a salir humo. Era una de las posibilidades, Zagal recorrería centímetro a centímetro el mundo para encontrar aquellos artefactos de poder y en algún momento llegarían al valle de Jade, claro que no esperaban que fuera tan pronto, pero como Lacros prometió, no debía volver. Su misión ahora era llegar a las costas Verdes y encontrar la forma de llegar de Cui, donde el pueblo de Skalia había arrancado hacia las montañas congeladas.

Skarli miraba a Lacros. No había pronunciado ni una palabra desde que salieron del valle. No era necesario, ambos habían sentido dentro de ellos lo que había ocurrido a sus espaldas mientras se retiraban. Skalia sabía que, la noche anterior, Kua-Yi había estado discutiendo con Lacros, ya que este no quería irse del valle. Las dos sombras silenciosas desaparecieron camino a la costa.

La puerta de entrada se derrumbó después de reiterados golpes. Las mujeres de la casa estaban en el sótano, y si cualquier cosa fuese a ir mal, arrancarían por una serie de pasadizos que las llevaría a lo profundo del valle.

Kua-Yi esperaba paciente, junto a sus dos alumnos, frente a la puerta. Antes que se disipara el polvo y el humo, Zagal emergió entre los escombros, sonriente. Junto a él venían sus guerreros de arena.

-Jamás pensé que el mal mismo hiciera el trabajo sucio – Dijo Kua-Yi, mientras mantenía los ojos cerrados – Pensé que esta noche solo me encontraría con tus sirvientes de arena.

-Sé que está vivo, ¿Dónde está? – Pregunto Zagal.

            Los alumnos de Kua-Yi desenfundaron las katanas con calma y se abrieron en un círculo, rodeando a Zagal. Kua-Yi se levantó, con su bastón en mano.

-Jamás lo encontraras.

            Zagal solo hizo un gesto y los guerreros de arena entraron, atacando a los dos alumnos de Kua-Yi, pero era inútil, caían uno tras otro bajo la increíble habilidad de los dos guerreros de Jade. Niche golpeaba certero, acabando con todos de un golpe, se movía hacia atrás, parraba un golpe y con el revote daba uno mortal contra sus enemigos. En el centro de la batalla, Zagal desenfundó su espada y se acercó a Kua-Yi. Lanzo un brutal golpe hacia adelante, que Kua-Yi detuvo con su bastón sin problemas, desvió la espada hacia un lado y le dio un golpe con la mano en el rostro a Zagal, derribándolo.

-Los años en el infierno no te han cambiado Aleryion, sigues siendo dominado por la ira.

-Solo estoy comenzando, Jade – Dijo Zagal y se lanzó en un brutal ataque nuevamente.

            Esta vez fue más difícil esquivarlo. Con cada golpe fallido, la ira de Zagal crecía, haciendo sus golpes más rápidos y destructivos. Kua-Yi comenzaba a sentirse acorralado y sus alumnos estaban siendo sobrepasados por la enorme cantidad de guerreros de arena que entraban. Tal como lo había pensado, este sería el final pero al menos le había dado el tiempo necesario a Lacros para poder salir de Jade.

-Me comienzo a aburrir de esto – Dijo Zagal molesto.

            Una sombra se escurrió entre los guerreros de arena, rápida y silenciosa, Kua-Yi apenas la logró ver. La sombra llegó hasta la espalda de Roiry sin que el Jaderi lograra siquiera sentirla, y lo apuñaló varias veces. Roiry continuó peleando hasta que cayó de rodillas. Rápidamente la sombra cruzó el patio hasta Niche y de un golpe certero acabo con su vida.

-¿Qué brujería… - Alcanzó a decir Kua-Yi antes de tener la sombra frente a él, junto a Zagal.

            La vio por un momento, envuelta en un velo negro, una mujer joven, quizás de unos veinte años, morena, de cabello largo y liso, oscuro como la noche sin luna. Las piernas delgadas y largas, al igual que los brazos y los labios gruesos y perfectamente construidos para no quitar la atención de los ojos brillantes como la luna sobre el mar. Zagal sonrió frente al viejo acorralado, tomó a la chica de la cintura y la acercó hacia él. La niña no hizo ni un sonido y rápidamente se puso en la espalda de Kua-Yi, tomándolo por el cuello. Kua-Yi cerró los ojos y se arrodilló, dejando su bastón a un lado. Los dedos de la chica terminaban en largas uñas, recubiertas de acero, afiladas como cuchillas.

-Ahora comprendo cómo un imperio tan grande fue destruido tan rápido – Dijo Kua-Yi – Pensé que ella había sido asesinada por tu mano Zagal, ahora veo que esto es mucho peor de lo que esperé. Pero no te confíes, el Dragón de Cui y el Dragón de Boros ahora van camino a Eris, y saben dónde está la primera espada.

Zagal miró a la chica. Kua-Yi sonrió. La sangre se esparció por el piso.

-Jamás imagine que Sol nos traicionara – Dijo Kua-Yi con sus últimas fuerzas.

            El mundo se oscureció y al final, solo estaba la noche y Zagal besando a la Dragona de Sol. Kua-Yi presenció con horror, pero a la vez con esperanza, la alianza que se formaba en secreto. Aleryion y Sol, contra Boros y Cui. Los hermanos no deberían luchar, los hermanos no deberían estar contra los otros. El último respiro de Jade fue una sonrisa profunda y su último pensamiento fue Boros.

            La angustia llenó el corazón de Skalia, quien comenzó a llorar desconsoladamente de repente. Lacros la abrazó, comprendiendo lo que ocurría, de alguna manera extraña lo sentía. Un barco se acercó a la playa, era pequeño y solo llevaba un tripulante, cubierto con una capucha gris.

-Los estaba esperando – La profunda voz familiar le dio calma a Lacros.
           
            El barquero miró a Skalia, sin poder ocultar sus celos, pero aun así comenzaron el viaje hacia Cui.
            

lunes, 1 de abril de 2013

CAPITULO XV: LA ESTRELLA SANGRANTE.


-¡Lacros salvará al mundo!
-Si Alejandrita, ese es su destino.


La estrella rasgaba el cielo, en símbolo de una nueva era. El día anterior un cuervo había llegado a la casa de Kua-Yi, trayendo un mensaje desde las costas, el Imperio del Sol había caído. Zagal había desatado una guerra civil en su interior, haciendo fácil la destrucción de su capital y de todos los pueblos que unían al imperio en el continente selvático de Sol. Con la caída del Imperio del Sol, el mundo había perdido su último ejército contra Zagal. Ahora, por todo el territorio de los tres continentes sólo quedaban pequeños pueblos, aterrorizados por ladrones y piratas. Era momento de comenzar a moverse y la estrella roja en el cielo apuraba las decisiones.

-Es un presagio – respondió Kua-Yi a Lacros.

-Es evidente, maestro, pero ¿Qué significa?

-La estrella se ve durante el día y la noche, jamás se apaga, está indicando un lugar. Indica hacia acá.

-Zagal vendrá hacia acá si logra descifrar aquello.

-Jamás podrá – Dijo Niche – Las montañas sólo le muestran este lugar a quien es bien recibido.

-Zagal tiene la espada – Dijo Kua-Yi con lástima – Aleryion es un dragón, debe ser bien recibido en este lugar.

-Eso quiere decir que el tiempo se nos ha acabado – Dijo Lacros.

-No Lacros, recién comienza. Has aprendido todo lo que yo te puedo enseñar, pero ahora es cuando comienza tu real viaje. Las tormentas en el mar de Gusano y en el mar de Jade han acabado, debes viajar ahora, con tu nueva armadura de conocimiento y tu honor.

-Maestro, no está listo – Dijo Roiry. Lacros tampoco se sentía listo.

-Lo está, solo debe descubrirlo.

La esposa de Kua-Yi entró corriendo a la habitación y se acercó a Kua-Yi, diciéndole algo al oído. Kua-Yi la miró con terror. Lacros, al ver la expresión en la cara de Kua-Yi imaginó lo peor, pero el viejo se levantó con calma e indicó  a sus tres alumnos que no salieran de la habitación, pero que estuvieran preparados.

Kua-Yi salió al jardín apresurado y encontró a tres hombres vestidos con armaduras forradas en pieles, barbas largas y profundas, el cabello largo y trenzado en varias partes, armados con hachas, espadones y escudos de madera. Los tres hombres estaban notoriamente heridos, aunque seguían de pie. Entre los tres hombre había una mujer, más baja que Kua-Yi, de cuerpo esbelto y firme. Tenía los ojos azules como el hielo y el cabello pelirrojo y largo, que caía en una gruesa trenza sobre su hombro derecho. Estaba vestida con armaduras de placas, que cubrían sus pechos abultados bajo el acero, sus hombros y sus brazos hasta los codos. Llevaba pantalones de placa de acero hasta los tobillos, y botas de cuero y lana negra. Desde las hombreras de la armadura nacía una capa de color azul y desde su cintura, una falda rasgada roja y verde cubría la armadura hasta las rodillas. La mujer era tan joven como la hija de Kua-Yi, pero llevaba un hacha en el cinturón, sobre la falda, un arco en su espalda y una rodela de madera y hierro en el brazo izquierdo. Eran gente de Cui, pobladores del hielo, guerreros de nacimientos, fuertes y fieros.

-Kua-Yi – Gruñó uno de los hombres, el más viejo.

-Eskargo – Kua-Yi estaba sorprendido – pensé que habías muerto hace años.

-Desaparecimos, la anciana bruja de nuestra tribu predijo el regreso de un dragón que devoraría a nuestra gente. Corrimos a las montañas con Skalia y la criamos ahí, lejos de todo contacto. El dragón llegó,  como debes saber. Cui ahora es solo un montón de ruinas humeantes, pero cumplimos nuestro deber Kua-Yi, Skalia está a salvo.

La chica avanzó entre los tres hombres y se arrodilló frente a Kua-Yi en señal de agradecimiento. Los tres hombres se desplomaron en el piso y tres cuervos extendieron sus alas, volando hacia las nubes del horizonte. Lacros, Niche y Roiry salieron al escuchar el acero caer al piso. Skalia derramaba lágrimas sin hacer ruido, mientras Kua-Yi con una mano sobre su hombro intentaba consolarla. Los guerreros de Cui se desvanecieron en un montón de plumas negras.

-Dieron su último respiro por salvarte Skalia

-¿Quién es ella? – Preguntó Lacros.

La joven levantó la mirada hacia Lacros y cuando lo distinguió bien, corrió a sus brazos.

-Ella es Skalia de Cui, la última Dragona de Cui.

Lacros, confundido, solo reaccionó a abrazar a Skalia. Ella debía tener diecisiete o dieciocho años.

-La Dragona de Cui siente a los demás Dragones.

Skalia pasó el resto de la tarde sollozando en silencio, intentando secar sus lágrimas tan rápido como salían. No se separaba de Lacros.

-Llegaron acá siguiendo la estrella – Le dijo Kua-Yi a Lacros – Eso quiere decir que si aún vive el Dragón de Sol, sentirá que debe venir a este lugar. Pero también significa que Zagal sentirá la llamada también, y si eso ocurre, tú debes salir de aquí… ambos deben salir de aquí.

-Me has entrenado para enfrentarme a Zagal…

-Sí, pero Skalia no está lista – Interrumpió Kua-Yi – y la estrella indica que Zagal tiene al menos una de las espadas y tu no. Debes buscar la espada de Boros y Skalia debe encontrar la espada de Cui. También deben encontrar al Dragón de Sol antes que Zagal. Recuerda Lacros que Zagal tiene el poder de los muertos gracias a Aleryion, y su ejército es números, debes reunir un ejército también. Riory y Niche saldrán esta noche en busca de los sobrevivientes de Jade, debes embarcar lo antes posible hacia Boros y Eris, reunir a todos los que puedas, busca a Unojo, si aún está vivo, es posible que se nos adelantara en esta misión. Estamos en un momento crítico y la llegada de Skalia es la señal de que el tiempo se nos acabó.

Skalia no había abierto la boca, pero observaba con atención a Kua-Yi mientras hablaba. Cuando Lacros y Skalia estuvieron solos, ella lo soltó y se sentó frente a él.

-Mi padre – Dijo Skalia para la sorpresa de Lacros – Fue la generación de Dragón de Kua-Yi. Hace quince años, Kua-Yi viajó a visitar a mi padre. Yo tenía cuatro años y solo recuerdo algunas cosas sobre él. Tú eres Lacros, el dragón de Boros, me han hablado de ti.

-Así es. Lo siento, a mí nadie me ha hablado de ti.

-Lo sé. Sé muchas cosas. Cuando lloverá y donde nacerán las frutas maduras, donde se refugiarán los animales en invierno y donde estarán para la caza de primavera. Tu eres de Boros, apuesto que tu velocidad en combate es impresionante.

Lacros no lo había pensado, pero con las palabras de Skalia recordó los momentos en que había corrido peligro y su cuerpo se había movido para salvarlo, como en el primer entrenamiento contra Niche.

-No sabía…

-Tu guardián no pudo explicarte gran cosa, ya lo veo. Mi guardián era Eskargo, era el mejor amigo de mi padre y siempre estuvo conmigo. Cuando Mama Lua, la anciana vidente de nuestra tribu predijo la venida de Zagal, Eskargo me llevó a las montañas por orden de mi padre. Eso fue cuando yo tenía diez años, pero Eskargo me entrenó y me crió bien.

Lacros guardó silencio. Aun cuando recién la conocía, sentía calma y tranquilidad al lado de Skalia, un sentimiento que solo había percibido una vez en su vida, cuando estaba junto a Ania.

-Los Dragones nacimos para estar juntos Lacros, que no te extrañe sentir que me conoces.

Skalia se apegó a Lacros, apoyando la cabeza contra su pecho y acurrucándose entre sus piernas. Lacros la abrazó nuevamente mientras miraba el sol en el horizonte. Después de unos minutos, sintió la respiración tranquila de Skalia. Se había dormido. Lacros apoyó su espalda contra el muro, sin separarse de la chica y cerró los ojos. Aquella noche no tuvo pesadillas.