lunes, 1 de abril de 2013

CAPITULO XV: LA ESTRELLA SANGRANTE.


-¡Lacros salvará al mundo!
-Si Alejandrita, ese es su destino.


La estrella rasgaba el cielo, en símbolo de una nueva era. El día anterior un cuervo había llegado a la casa de Kua-Yi, trayendo un mensaje desde las costas, el Imperio del Sol había caído. Zagal había desatado una guerra civil en su interior, haciendo fácil la destrucción de su capital y de todos los pueblos que unían al imperio en el continente selvático de Sol. Con la caída del Imperio del Sol, el mundo había perdido su último ejército contra Zagal. Ahora, por todo el territorio de los tres continentes sólo quedaban pequeños pueblos, aterrorizados por ladrones y piratas. Era momento de comenzar a moverse y la estrella roja en el cielo apuraba las decisiones.

-Es un presagio – respondió Kua-Yi a Lacros.

-Es evidente, maestro, pero ¿Qué significa?

-La estrella se ve durante el día y la noche, jamás se apaga, está indicando un lugar. Indica hacia acá.

-Zagal vendrá hacia acá si logra descifrar aquello.

-Jamás podrá – Dijo Niche – Las montañas sólo le muestran este lugar a quien es bien recibido.

-Zagal tiene la espada – Dijo Kua-Yi con lástima – Aleryion es un dragón, debe ser bien recibido en este lugar.

-Eso quiere decir que el tiempo se nos ha acabado – Dijo Lacros.

-No Lacros, recién comienza. Has aprendido todo lo que yo te puedo enseñar, pero ahora es cuando comienza tu real viaje. Las tormentas en el mar de Gusano y en el mar de Jade han acabado, debes viajar ahora, con tu nueva armadura de conocimiento y tu honor.

-Maestro, no está listo – Dijo Roiry. Lacros tampoco se sentía listo.

-Lo está, solo debe descubrirlo.

La esposa de Kua-Yi entró corriendo a la habitación y se acercó a Kua-Yi, diciéndole algo al oído. Kua-Yi la miró con terror. Lacros, al ver la expresión en la cara de Kua-Yi imaginó lo peor, pero el viejo se levantó con calma e indicó  a sus tres alumnos que no salieran de la habitación, pero que estuvieran preparados.

Kua-Yi salió al jardín apresurado y encontró a tres hombres vestidos con armaduras forradas en pieles, barbas largas y profundas, el cabello largo y trenzado en varias partes, armados con hachas, espadones y escudos de madera. Los tres hombres estaban notoriamente heridos, aunque seguían de pie. Entre los tres hombre había una mujer, más baja que Kua-Yi, de cuerpo esbelto y firme. Tenía los ojos azules como el hielo y el cabello pelirrojo y largo, que caía en una gruesa trenza sobre su hombro derecho. Estaba vestida con armaduras de placas, que cubrían sus pechos abultados bajo el acero, sus hombros y sus brazos hasta los codos. Llevaba pantalones de placa de acero hasta los tobillos, y botas de cuero y lana negra. Desde las hombreras de la armadura nacía una capa de color azul y desde su cintura, una falda rasgada roja y verde cubría la armadura hasta las rodillas. La mujer era tan joven como la hija de Kua-Yi, pero llevaba un hacha en el cinturón, sobre la falda, un arco en su espalda y una rodela de madera y hierro en el brazo izquierdo. Eran gente de Cui, pobladores del hielo, guerreros de nacimientos, fuertes y fieros.

-Kua-Yi – Gruñó uno de los hombres, el más viejo.

-Eskargo – Kua-Yi estaba sorprendido – pensé que habías muerto hace años.

-Desaparecimos, la anciana bruja de nuestra tribu predijo el regreso de un dragón que devoraría a nuestra gente. Corrimos a las montañas con Skalia y la criamos ahí, lejos de todo contacto. El dragón llegó,  como debes saber. Cui ahora es solo un montón de ruinas humeantes, pero cumplimos nuestro deber Kua-Yi, Skalia está a salvo.

La chica avanzó entre los tres hombres y se arrodilló frente a Kua-Yi en señal de agradecimiento. Los tres hombres se desplomaron en el piso y tres cuervos extendieron sus alas, volando hacia las nubes del horizonte. Lacros, Niche y Roiry salieron al escuchar el acero caer al piso. Skalia derramaba lágrimas sin hacer ruido, mientras Kua-Yi con una mano sobre su hombro intentaba consolarla. Los guerreros de Cui se desvanecieron en un montón de plumas negras.

-Dieron su último respiro por salvarte Skalia

-¿Quién es ella? – Preguntó Lacros.

La joven levantó la mirada hacia Lacros y cuando lo distinguió bien, corrió a sus brazos.

-Ella es Skalia de Cui, la última Dragona de Cui.

Lacros, confundido, solo reaccionó a abrazar a Skalia. Ella debía tener diecisiete o dieciocho años.

-La Dragona de Cui siente a los demás Dragones.

Skalia pasó el resto de la tarde sollozando en silencio, intentando secar sus lágrimas tan rápido como salían. No se separaba de Lacros.

-Llegaron acá siguiendo la estrella – Le dijo Kua-Yi a Lacros – Eso quiere decir que si aún vive el Dragón de Sol, sentirá que debe venir a este lugar. Pero también significa que Zagal sentirá la llamada también, y si eso ocurre, tú debes salir de aquí… ambos deben salir de aquí.

-Me has entrenado para enfrentarme a Zagal…

-Sí, pero Skalia no está lista – Interrumpió Kua-Yi – y la estrella indica que Zagal tiene al menos una de las espadas y tu no. Debes buscar la espada de Boros y Skalia debe encontrar la espada de Cui. También deben encontrar al Dragón de Sol antes que Zagal. Recuerda Lacros que Zagal tiene el poder de los muertos gracias a Aleryion, y su ejército es números, debes reunir un ejército también. Riory y Niche saldrán esta noche en busca de los sobrevivientes de Jade, debes embarcar lo antes posible hacia Boros y Eris, reunir a todos los que puedas, busca a Unojo, si aún está vivo, es posible que se nos adelantara en esta misión. Estamos en un momento crítico y la llegada de Skalia es la señal de que el tiempo se nos acabó.

Skalia no había abierto la boca, pero observaba con atención a Kua-Yi mientras hablaba. Cuando Lacros y Skalia estuvieron solos, ella lo soltó y se sentó frente a él.

-Mi padre – Dijo Skalia para la sorpresa de Lacros – Fue la generación de Dragón de Kua-Yi. Hace quince años, Kua-Yi viajó a visitar a mi padre. Yo tenía cuatro años y solo recuerdo algunas cosas sobre él. Tú eres Lacros, el dragón de Boros, me han hablado de ti.

-Así es. Lo siento, a mí nadie me ha hablado de ti.

-Lo sé. Sé muchas cosas. Cuando lloverá y donde nacerán las frutas maduras, donde se refugiarán los animales en invierno y donde estarán para la caza de primavera. Tu eres de Boros, apuesto que tu velocidad en combate es impresionante.

Lacros no lo había pensado, pero con las palabras de Skalia recordó los momentos en que había corrido peligro y su cuerpo se había movido para salvarlo, como en el primer entrenamiento contra Niche.

-No sabía…

-Tu guardián no pudo explicarte gran cosa, ya lo veo. Mi guardián era Eskargo, era el mejor amigo de mi padre y siempre estuvo conmigo. Cuando Mama Lua, la anciana vidente de nuestra tribu predijo la venida de Zagal, Eskargo me llevó a las montañas por orden de mi padre. Eso fue cuando yo tenía diez años, pero Eskargo me entrenó y me crió bien.

Lacros guardó silencio. Aun cuando recién la conocía, sentía calma y tranquilidad al lado de Skalia, un sentimiento que solo había percibido una vez en su vida, cuando estaba junto a Ania.

-Los Dragones nacimos para estar juntos Lacros, que no te extrañe sentir que me conoces.

Skalia se apegó a Lacros, apoyando la cabeza contra su pecho y acurrucándose entre sus piernas. Lacros la abrazó nuevamente mientras miraba el sol en el horizonte. Después de unos minutos, sintió la respiración tranquila de Skalia. Se había dormido. Lacros apoyó su espalda contra el muro, sin separarse de la chica y cerró los ojos. Aquella noche no tuvo pesadillas.