martes, 26 de marzo de 2013

CAPITULO XIV: FE


-Zagal… no es un hombre malo.

Alejandra sonaba convencida. Su abuelo la miró sorprendido.

-¿Lacros podrá salvar a Zagal?

-Eso lo sabrás más adelante – El abuelo le sonrió a Alejandra y miró por la ventana, melancólico – Las cosas eran distintas en esa época.


Kua-Yi desayunaba a la orilla del salto de agua, mientras Lacros se mantenía bajo la cascada. Había pasado al menos doce días y doce noches bajo el constante golpe del agua, solo deteniéndose para comer una vez al día. Su cuerpo estaba casi sano y había bajado de peso considerablemente, pero Kua-Yi notaba como Lacros había cambiado desde las últimas noticias.

El mundo estaba en llamas. Cui del Norte había caído bajo la espada de Zagal, y ahora los caminos se llenaban de campamentos temporales y forasteros. Las leyes de los antiguos imperios ahora se habían trasformado en la ley del más fuerte.

Hace unos días atrás, un caballo flaco llegó hasta la casa de Kua-Yi. El jinete del caballo estaba casi muerto. Desnutrido, con una herida abierta en un costado, lleno de moscas y larvas. Kua-Yi junto a su esposa lo vendaron e intentaron desinfectarle las heridas, pero su sangre ya estaba muy contaminada y sus extremidades se comenzaron a poner negras. El caballo, murió la misma noche en que llego. El hombre, era un mensajero que logró escapar de las ruinas de Jade. Les contó que algunas familias se habían quedado a proteger lo poco que les quedaba, pero unos días después del ataque, barcos piratas habían poblado la costa. Ahora el imperio que alguna vez fue Jade se había reducido solo a pequeñas ciudades en ruinas, cada una “reinadas” por un capitán extranjero.  El capitán que había tomado las ruinas de Jade se hacía llamar “El Gran Carnicero”. Era un Borosi, moreno y corpulento, calvo y con una larga barba teñida de verde y azul. Disfrutaba raptando jóvenes de las familias sobrevivientes, violarlas hasta dejarlas embarazadas y luego regresarlas a las familias con la orden de criar a los bastardos. Decía que repoblaría Jade con su sangre. Quien se opusiera a él terminaba amarrado a un caballo, con cortes suficientes para morir desangrado o por infecciones, y se le enviaba a cabalgar hasta perderse. El jinete era uno de sus víctimas más recientes.
El jinete también hablo sobre noticias que venían de ambos lados del mar. El Imperio del Sol se preparaba para el azote de Zagal, y las ciudades mercantes habían cerrado sus puertas, cortando todo el comercio exterior. Las ciudades libres de Kalim-ha comenzaron a migrar hacia las zonas selváticas y muchos extranjeros habían poblado las ruinas de los Imperios Muertos, entre los ríos Gemelos.

El mundo había cambiado por la mano de Zagal y aun no terminaba. Lacros estaba lejos aún de estar a la altura de su enemigo, y cada día que pasaba era como un siglo en caos. Dos días después de llegar, el jinete murió por el envenenamiento de la sangre.

Lacros había estado focalizado en su entrenamiento desde el día que el jinete murió. Pasaba los días enteros bajo la cascada, reflexionando y meditando. A la mañana del treceavo día, Kua-Yi lanzó una roca pequeña contra el rostro de Lacros. Al sentir el impacto, Lacros abrió los ojos lentamente y miro a Kua-Yi. Estaba con dos hombres.

Lacros se levantó, se vistió y se reunió con Kua-Yi.

-Veo que las bendiciones de la paciencia y la disciplina te han alcanzado Lacros, pero se necesita mucho más que eso – Kua-Yi se dirigió hacia los dos hombres – Ellos son Niche y Roiry, antiguos alumnos de esta casa, y los mejores.

Niche era alto y delgado, tenía el pelo largo y negro como la noche, tomado en una cola de caballo perfectamente peinada. Sus ojos rasgados dejaban ver un resplandor azulado, y su rostro estaba perfectamente afeitado. Llevaba una armadura de placas flexibles color verde. En Jade, la tradición dictaba que los guerreros más curtidos y perfectos llevarían armaduras ligeras y flexibles, ya que su mayor protección era su habilidad. También llevaba una espada delgada y afilada colgando del cinturón, idéntica a la de Efrón. Las llamaban Katanas.

Roiry era más bajo que su compañero. De hombros anchos y encorvados, tenía el aspecto de un toro. Era totalmente calvo, aunque se notaba que se rapaba. Tenía la barba ordenada y delineada desde las patillas hasta el comienzo del mentón, dejando la boca descubierta. También llevaba una armadura ligera, pero de color rojo ladrillo y llevaba su katana amarrada del cinturón.

-Ellos te ayudaran a perfeccionarte físicamente Lacros. Te enseñaran el estilo de batalla de Jade, basado en la rapidez y la precisión. Es muy distinto al estilo de Eris basado en la fuerza. Comenzaremos con espadas de madera.

-¿No usare armadura?

-Claro que si Lacros.

Cuando Lacros salió de la habitación, apenas se podía mover por los pesos en las muñecas y en los tobillos. Además, la armadura de la guardia de Eris, que tenía Kua-Yi para Lacros estaba modificada, con placas de acero adicionales para hacerla más pesada y calurosa.

-¿De verdad piensas que podré hacer algo vestido así?

-¿No aprendiste nada en la cascada? – dijo Roiry con agresividad.

Lacros tomo la espada que le dio Kua-Yi, que era pesada y tosca. Frente a él se preparó Niche con una sonrisa en los labios. Comenzó con un paso a delante, observando. Lacros se sentía nervioso, no confiaba en el método que había elegido Kua-Yi, pero había tenido razón con la concentración bajo la cascada y Lacros se sentía distinto.

Niche ataco rápidamente, sin que Lacros siquiera pudiese verlo. En menos de dos segundo, golpeó a Lacros en un costado, directamente, desequilibrándolo, y luego con la empuñadura le dio un golpe en el rostro que lo derribo. Lacros apenas se pudo levantar. Cuando Niche se acercó a ayudarle, Kua-Yi lo detuvo.
Lacros se puso de pie, mareado y cansado por el peso y el calor. Intentaba concentrarse, pero no lo lograba. En su mente lo golpeaba el calor, luego el peso de la armadura, el cansancio y la frustración. Se cuestionaba si Kua-Yi quería darle algún tipo de lección o si realmente tenía que mover semejante armadura para luchar. Pero antes de poder responderse una pregunta Niche le dio un golpe certero sobre la rodilla, luego un golpe en las costillas y lo lanzó nuevamente al piso. Casi no sentía los golpes, pero la fuerza lo hacía revotar dentro de la armadura y lo desequilibraban fácilmente.

Lacros estaba furioso con Kua-Yi, pero no quería levantar la voz, o sentía que no podía, apenas daba respiros cortos. Un tercer ataque de Niche le dio vuelta al mundo de Lacros, quien callo de cara contra el pasto. Intento escupir sangre y pasto, pero ni energías para eso tenía. Esta vez sintió que alguien lo levanta y lo ponía de pie. Frente a él se preparaba nuevamente Niche con su espada de madera.
Lacros veía borroso más allá del visor. Sentía todo más lento, sentía que se tambaleaba. Levanto la espada instintivamente, en un gesto defensivo, pero apenas si podía pensar en lo que estaba haciendo. Otro golpe contra el piso y se desmayaría. Ya no importaban Kua-Yi, ni las cascadas, ni el peso ni el calor, solo podía ver a Niche.

El Jaderi ataco, con la espada en alto. Lacros vio como la levantaba y tranquilamente, rendido ante el agotamiento, levanto la espada y detuvo el golpe, aprovechando el peso de la armadura para envestirlo con gran fuerza. Niche se desequilibró y Lacros alzo el brazo pesadamente para derrumbarlo. Niche escupía pasto el piso y Lacros no entendía bien lo que ocurría. Solo se dejó llevar. Kua-Yi sonrió.