miércoles, 13 de marzo de 2013

CAPITULO XI: EL FENIX


-Abuelo – dijo Alejandra llorando – no mates a Lacros
-Tranquila Alejandrita – el anciano abrazó a la niña.

“Cuando las energías se lo permitían lograba abrir los ojos, aunque solo distinguía sombras a su alrededor. Sombras que se movían en silencio en un mundo sin sonidos, solo hecho de luces. Las energías no le duraban mucho más que unos segundos y caía nuevamente en el sueño profundo. A veces, cuando abría los ojos, una de las sombras tenía su cabeza en las piernas y le daba de beber líquidos dulces y tibios, pero no podía mantener los ojos abiertos por mucho tiempo.

Un trueno rompió el silencio de su habitación y lo obligó a abrir los ojos de par en par. La oscuridad era cómoda para su vista y el trueno había sido el único sonido que había sentido en todas sus incursiones por la realidad. Esta vez logró sentarse gracias al fuerte sonido. Su respiración era rápida y estaba transpirando frío, estaba vestido con una túnica blanca, mojada en los bordes. La habitación en la que se encontraba era sencilla, cuatro muros de bambú con un techo de madera y paja, una ventana de pergamino translúcido y una puerta corredera del mismo material. Estaba acostado en el suelo, en una colchoneta delgada hecha de género y plumas, y tapado con una gruesa manta de lana.

Sentía la sangre golpeando su cabeza y le costaba recordar lo que había ocurrido. Había un dolor punzante en el pecho, pero lo importante es que aún sentía. Estaba vendado y aunque pensaba que había estado varios días inconsciente, estaba limpio y perfumado. Quien quiera que se estuviera preocupando por él, lo había hecho con esmero.

Afuera, solo se escuchaba la lluvia y un trueno ocasional. Lo demás solo era silencio. Se sentía mareado y cansado, débil. Intentó ponerse de pie pero le fue imposible, azotó el cuerpo contra el piso de madera y el golpe lo dejó sin respiración enseguida. Arrastrándose, logró llegar a la ventana y abrirla. El aire frío de la lluvia entró enseguida, haciéndolo sentir fresco y revitalizado, pero aún adolorido. Cuando los relámpagos iluminaban el cielo alcanzaba a distinguir una pileta de piedra más allá de la ventana, rodeada por un jardín de flores de colores y arboles de bambú.

Se sentó apoyando la espalda en el muro, dejando sobre él, la ventana desconocida. Un golpe de memoria dio contra sus ojos, el rostro de Zagal y el fuego a su alrededor. Comenzó a explorar su mente en búsqueda de una respuesta de lo ocurrido, lo último que recordaba eran las llamas envolviendo a Efrón y el palacio de jade desmoronándose. Y las sombras, lo que más recordaba eran las sombras.

Se arrastró, sintiéndose patético por ni siquiera poder ponerse de pie, hasta llegar a la colchoneta de plumas y cerró los ojos nuevamente. No le costó conciliar el sueño, pero las pesadillas atacaron como todas las noches conscientes, aunque esta vez era distinto: Zagal estaba parado frente al trono de Eris y en el piso estaban Mish y el emperador de Jade, en vez de Ania y su padre.

-Siempre tarde Lacros, siempre tarde – dijo Zagal bajando las escaleras que llevaban al trono.

Cada paso que daba Zagal dejaba llamas. Lacros estaba inmóvil, paralizado y Zagal se acercaba. Abrió los ojos y la lluvia ya se había detenido. El sol entraba a través de la ventana abierta. Algunas gotas aún caían desde el tejado y el cielo despejado se veía más azul que de costumbre. La lluvia había limpiado el aire.

-Aun cuando la tormenta puede destruir todo a su paso, el día siguiente es de paz y belleza – dijo una voz.

Lacros movió la cabeza hacia donde venía la voz. La puerta estaba abierta y en el umbral, un hombre delgado de ojos rasgados, y totalmente calvo lo observaba.  El hombre entró a la habitación con calma y se sentó sobre sus piernas, frente a Lacros.

-Mi nombre es Kua-Yi, y este es mi hogar, Lacros.

-¿Cómo sabe…

-¿Quién eres? – lo interrumpió – Te he observado, todos nosotros te hemos observado. No es casualidad que llegases acá, aunque no esperé que fueras tan testarudo de enfrentarte al demonio Zagal tan pronto, no contaba con aquello.

-¿Todos?... ¿Quiénes?

-Los Dragones de la Espada. Ahora vístete, enviaré por ti – el hombre se levantó con calma y caminó hacia la puerta – debes estar hambriento, las respuestas las tendrás, después de comer.

No lo había notado, pero sentía el estomago vacío. No sabía cuantos días había estado inconsciente, pero debían ser varios. Tenía vendajes limpios y al parecer las heridas comenzaban a sanar.

-¿Cuántos días…?

-Treinta lunas – le respondió el hombre mientras salía.

Al cabo de un rato, dos mujeres de ojos rasgados entraron a la habitación. Ambas eran pálidas como la nieve, de cabello oscuro y liso, amarrado en un perfecto moño, dejando sus caras descubiertas. Las mujeres no dijeron nada, solo entraron con una reverencia y desnudaron a Lacros, luego le pusieron una túnica verde y dorada y lo ayudaron a levantarse. La más joven salió rápidamente y volvió con dos muletas hechas de bambú.

-Gracias – susurro Lacros

Las mujeres no respondieron, solo hicieron una reverencia y salieron de la habitación. Lacros las siguió con dificultad, sentía las piernas entumecidas y los músculos torpes y agarrotados. Las mujeres lo guiaron hasta un salón pequeño, con una chimenea y un muro de ventanas de papiro. Arrodillado en el piso, frente a una mesa baja, estaba Kua-Yi, bebiendo de una taza de madera.

-Lacros, por favor, siéntate.

La mujer más joven trajo un cojín y lo puso en piso, frente a Kua-Yi; luego, ayudo a Lacros a sentarse. En la mesa había pescado al salazón, una tetera con té verde, una taza de madera, pan recién horneado y huevos revueltos. La mujer mayor entró con una bandeja y dejó también mantequilla recién batida y pasta de huevos de pescado. Le sirvió una taza a Lacros y luego se retiró con una reverencia.

Por un largo momento estuvieron en silencio. Se escuchaban un par de aves cantar desde el jardín, pero todo lo más estaba cubierto por el silencio. Lacros tomo la taza y bebio un trago. El té era dulce y suave, pero sintió cómo su garganta se inflamaba y comenzó a toser. Kua-yi lo observó.

-No te apresures Lacros, cuando llegaste aquí tu cuerpo estaba demasiado dañado. Tomará tiempo para que te recuperes por completo, pero te quedarás aquí hasta que eso ocurra.

-¿Dónde estamos? – pregunto Lacros aclarando la voz.

-Esta zona es conocida como los Dedos del Cielo. Estamos en lo más profundo de las montañas Verdes, donde los azotes de la guerra jamás llegaran.

-¿Guerra?

-Has estado mucho tiempo inconsciente Lacros, comprendo que tengas muchas preguntas y las responderé. Debes suponer que el imperio de Jade cayó, Jade mismo ardió en llamas. Dos semanas después fue Eris mismo que cayó en las garras de Zagal, el castillo Azul fue derribado y Eris totalmente arrasado. Ahora ambos imperios fueron reducidos a pequeñas localidades. Aún no tenemos claridad de cuál es el objetivo de Zagal, pero sabemos que ha zarpado hacia Boros y las ciudades mercantes del sur de Eris.

-¿Cómo es posible? – Lacros estaba impactado, no podía entender qué motivaría a Zagal a tales actos.

-Creemos que Zagal busca algo, un arma que los antiguos Dragones escondieron, un artefacto tan poderoso que incluso puede regresar a la vida a los muertos. Claro que yo… creo que Zagal no es Zagal.

-¿Quiénes son los Dragones? ¿Cómo Zagal no es Zagal?

-Bueno, hace miles de años, la familia de los Dragones se reunieron para forjar los imperios. Ellos eran grandes magos y excelentes guerreros, los mejores que la historia pueda recordar. Existían en ese momento seis hijos, cada uno fundó uno de los grandes imperios que conocías, Lacros. Eris, Jade, Sol, Boros, Cuis y Aleryion. Cada imperio fue formado sobre una espada, pero Aleryion tenía otras intenciones. Levantándose contra sus hermanos, Aleryion creó una espada de oscuridad y tinieblas, capaz de acabar con los otros cinco imperios. Claro que el Conclave, es decir, los emperadores Dragón de los otros imperios, no lo permitirían y encarcelaron a Aleryion El Loco y escondieron la espada. Aleryion prometió venganza cada día que se pudrió en las cárceles de Jade. Los cinco Dragones restantes tomaron sus espadas correspondientes y se autoexiliaron, sabiendo que sus creaciones eran peligrosas para el mundo. El pueblo olvidó a la familia de los Dragones y las guerras entre los imperios, los cambios históricos, los nuevos dioses y los antiguos, ayudaron a cubrir de nieblas la historia de las seis espadas.

-¿Zagal busca la espada de Aleryion?

-Así es. Hasta donde sabia Aleryion, su espada debía estar en Jade, pero fue Jade misma quien la escondió lejos del alcance de su hermano. Si Zagal encuentra a Aleryion, el mundo correría un riesgo incalculable, pero si lo que pienso es verdad, Zagal sabe más de lo que pensamos. Zagal está buscando las otras cinco espadas también, ya que sabe que solo las cinco espadas Dragón pueden detener a Aleryion.

-Y si él tiene las seis será invencible.

-Exacto.

-¿Quién eres?

-Yo, como te dije, me llamo Kua-Yi y soy el último Dragón de Jade. Tú ya conociste a la última Dragona de Eris, que por desgracia murió a manos de Zagal.

-¿Ania?... entonces su hijo…

-Eres inteligente Lacros. Existía el rumor de que Aleryion había tenido un hijo bastardo antes de ser encarcelado, pero no teníamos la certeza.

-Zagal…

-Solo el descendiente de Aleryion puede blandir su espada o la de sus hermanos. Solo un Dragón puede utilizar la espada de un Dragón.

-¿Qué tengo que ver yo en todo esto?

Kua-Yi tomó un trago más de té y cerró los ojos.

-Así como lo sabía Nana, protectora de los Dragones, todo descendiente de Dragón es seguido de cerca por sus protectores. Nana tenía la misión de vigilar a Ania y revelarle la procedencia de su sangre cuando fuese mayor. Por desgracia Nana no logro evitar que Zagal la asesinara y Ania no dejó herederos, perdiendo la línea de Eris – Kua Yi se detuvo un momento y observó fijamente a Lacros – Balum tenía por misión vigilar al Dragón de Boros. Los sueños de revolución de Balum y de Nana los segaron y no les dejaron ver la real identidad de Zagal y de su padre.

Lacros tardó unos segundo en entender lo que Kua-Yi le había dicho. Se quedo en silencio. Kua-Yi se levantó y se acercó a la ventana.

-La línea de Eris se ha perdido, no podía permitir que la de Boros se perdiera también. Yo estoy viejo y no puedo tener herederos. Los antiguos dioses son crueles. Perdimos noticias de los herederos de Cui y de Sol hace cientos de años, solo quedas tú Lacros, solo tú puedes derrotar a Zagal Aleryion, solo tú Lacros Boros.

1 comentario:

  1. La cago. Y de hecho pense que la historia del prologo era buena xD. Esta esta realmente epica y emocionante. No se te ocurra dejar de escribir! Saludos

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