-Abuelo, ¿Lacros quería comenzar
su viaje?
-Lacros no sabía qué camino debía
seguir su vida. Él había sido Espada Juramentada desde joven y antes de eso,
sus recuerdos se reducían a entrenar junto a Balum y luego ser estudiante de la
guardia real… jamás había vivido por si mismo.
“Lacros y Nana miraban como el
Sombra Espumosa atracaba en el puerto Gris. Todos los marineros que vieron
acercarse al barco escupieron maldiciones y se alejaron. Algunos incluso
advirtieron a Lacros de aquel barco, diciendo que su tripulación era siniestra.
Muchos decían haber visto al Sombra Espumosa hundirse y encallar más de una
vez. La mayoría estaba de acuerdo que en su tripulación había un brujo de
tierras lejanas, un brujo que rendía culto a dioses extraños de muchos brazos y
con rostros de animales. En Eris, cuando el Viejo Reino se instauró y unificó
los cientos de pequeños poblados que formaban el territorio, se estableció como
credo único la fe del Dios de Las Nubes.
Muchos brujos y chamanes de los dioses antiguos fueron perseguidos y
quemados por herejía. La Revolución quiso reinstaurar la fe en los dioses
antiguos, pero fue una de las tantas cosas en donde la falló. Para Lacros, al
final de cuentas, el Viejo Reino y la Revolución, eran lo mismo, solo que con
diferentes reyes. Luego, cuando comenzaron los viajes al este, hacia el reino
de Jade, más allá del mar de gusanos,
las incursiones de la Revolución, se toparon con nuevas creencias
extrañas y misteriosas. La gente de Eris se volvió supersticiosa.
El Sombra Espumosa lanzó el ancla
y levantó el puente. Uno a uno, los marineros extranjeros bajaron del barco.
Todos eran calvos y de piel negra como el ébano. Comenzaron a descargar cajas
con condimentos y hierbas exóticas. Uno de los marineros se acercó a Nana y le
habló en una lengua que Lacros no entendió.
-Debemos subir – le dijo Nana a
Lacros.
Nadie les prestó atención
mientras subían el puente. Uno de los marineros, con una espada curva colgando
del cinturón, les abrió una puerta y les indicó, con mucha educación, que
entraran.
Era el cuarto del capitán, que
estaba sentado en una silla de cuero y plumas, observando un mapa, mientras
otra persona, irreconocible si hombre o mujer, tapado totalmente con una capa
negra le indicaba un camino entre los dibujos.
-Derio – dijo Nana acercándose
más rápido al capitán.
El capitán, un hombre delgado y
de cabello largo negro, tenía un gastado parche en su ojo izquierdo y la barba
delgada y larga, en una trenza. Lacros lo reconoció de inmediato.
-Capitán… Derio… - Tartamudeó
Lacros.
-Nana… Lacros, estás hecho todo
un hombre – Dijo el capitán levantándose y dándole un abrazo a Nana.
Lacros estaba en totalmente
sorprendido. Había conocido a Derio en el Castillo Azul, hacía muchísimos años,
al menos unos veinte, pero parecía como si el hombre no hubiese envejecido ni
un solo día. Lacros estaba tan impresionado que apenas pudo responder el
saludo.
-Así es que el viejo Unojo te
logró convencer – dijo Derio con su extraño acento - le debo un barril de cerveza entonces, jamás
pensé que aceptarías. ¿Pero dónde están mis modales?, Nana, Lacros, déjenme
presentarles a Lady Mish-Ra, señora de la tierra de los ríos.
Lady Mish-Ra se sacó la capucha
dejando ver su larga cabellera oscura como la noche. Su piel era dorada como el
trigo y sus ojos brillantes y azulados como el cielo nocturno antes del
amanecer.
-Sir Lacros, es un honor
conocerlo después de tanto escuchar de usted – Su voz era profunda y ronca, muy
seductora – Maestra Nana, me alegra verla de nuevo.
-No pensé que vendrías con Derio,
Mish – dijo Nana más animada que cuando subió - ¿Qué se ha visto por las
costas?
-Miles de cosas – respondió
enseguida Derio – las sombras se mueven por el norte y comienzan su avance
hacia el sur. Los marineros hablan de Krakens en el mar de gusanos, como los de
antaño y otros hablan de Dragones ya extintos vigilando las costas de Anis y de
Burbon.
-¿Anis? ¿Burbon?, eso solo está
al sur del límite de Eris – Respondió Nana
-Son solo rumores. En nuestro viaje,
uno de los “silenciosos” dijo ver tritones en los costados de la nave.
-¿Dragones? ¿Krakens? ¿Tritones?
– Lacros no soporto más e interrumpió exaltado – Son solo leyendas de los tiempos
de los antiguos dioses. ¿Y cómo es que ella sabe de mí? ¡Explíquenme que está
ocurriendo, ahora!
Nana intentó calmar a Lacros y
Derio le ofreció un asiento.
-Unojo no te explicó nada,
¿verdad? – Le pregunto Derio a Lacros
-Solo que debo encontrar a Zagal.
-Como siempre Unojo dejando el
trabajo difícil a otros – Derio se sentó frente a Lacros – Esto comenzó hace
muchos años Lacros.
Cuando Lacros aún era un niño,
comenzó un movimiento llamado La Revolución, que atentaba contra el orden
impuesto por el Antiguo Reino. Lo que buscaba ese movimiento, era la
independencia de algunas provincias de la corona y la recuperación de la
antigua cultura de Eris. Los líderes de esa revolución eran cinco. Entre esos
cinco se encontraba Balum, Derio, Unojo y Nana. El quinto era el gobernador
bajo la ley de la corona, Sirus Malblack, el padre de Zagal.
El plan de Sirus era muy distinto
al de los otros cuatro líderes. Sirus quería la corona para él mismo, y para
ello entregaría a su hijo a la guardia real y luego, usaría el poder del ejército
real contra el rey. Pero Balum lo descubrió y adoptó a Lacros, un huérfano de
las calles de Eris. Balum sabía que Sirus descubriría el plan de Balum y escapó
con el huérfano para entrenarlo en las artes de la guerra. Zagal había sido
entrenado desde que aprendió a caminar, y su origen noble le aseguraba un
puesto entre los más altos rangos del ejército del rey. La única manera de
detenerlo era que otro tomara el lugar de Zagal. Fue así como ocurrió. Antes de
que su plan se concretara, Sirus enfermo gravemente y murió. Zagal no mostraba
indicios de la codicia de su padre y los cuatro líderes de la Revolución
dejaron de prestarle atención, confiando en que las habilidades de Lacros
serían suficientes para distraer a Zagal de cumplir los sueños de su padre.
Pero todo cambió en la batalla del Ruby.
-Cuando se nos informó de la
muerte de Zagal pensamos que el riesgo de otro tirano había desaparecido.
Concentramos la Revolución en la gente y en surgir como habíamos planeado diez
años antes, desde el conocimiento y el saber – dijo Nana después de que Derio
introdujera a Lacros – luego, Zagal apareció en el castillo Azul y asesinó al
rey y a su hija. En el caos, los
generales de la Revolución olvidaron su norte y nosotros cuatro nos retiramos,
aprovechando nuestro incognito.
-La Revolución murió ese día y
ahora somos reinados por un hombre que se hace llamar líder de un movimiento
muerto. Pero lo que de verdad nos comenzó a preocupar fue Zagal – Dijo Derio –
Estábamos seguros de que él había muerto en el Ruby, yo mismo lo comprobé.
Cuando su cuerpo desapareció de mi barco y me llegó la noticia del asesino de
reyes, supe enseguida que algo andaba mal.
-Creemos que lo que hizo regresar
a Zagal de la muerte, tiene que ver con Sirus. El padre de Zagal no murió de
forma normal – Dijo Nana – y la búsqueda de su salud lo hizo recurrir a medios
oscuros y prohibidos incluso por los antiguos dioses.
-Pensamos que algo despertó en el
mundo – Interrumpió Mish-Ra – leyendas de mi pueblo hablan de un guerrero sin
honor que regresa de la muerte y desata la oscuridad en el mundo. En estos diez
años, desde que Zagal desapareció después de asesinar a su rey, los rumores de
la antigua magia que había desaparecido se han esparcido por todos los rincones
del mundo. Yo soy prueba de la misma.
-¿A qué te refieres? – Pregunto
Lacros, conmocionado aún por todo lo que escuchaba.
Mish-Ra se acercó y puso sus
manos en el rostro de Lacros. Frente a los ojos de Lacros comenzaron a correr
imágenes de fuego y destrucción. Por más que cerrara los ojos, las imágenes
penetraban en su cerebro, mostrándole caos, muerte y plagas. Muertos
levantándose de sus tumbas y sombras del mundo antiguo avanzando desde el
norte. Cuando Mish-Ra soltó a Lacros, este estaba empapado en transpiración.
-¿Qué fue eso? – pregunto Lacros
tembloroso
-Has visto el futuro Lacros –
Dijo Mish-Ra – has visto que ocurrirá si Zagal no es devuelto a donde
pertenece.
-Es imposible… eres una bruja…
¿Cómo es posible?
-Lo que alguna vez el Dios de las
Nubes negó ha regresado, Lacros – Dijo Nana, poniendo su mano sobre el hombro
de Lacros – Y si es así, el único que puede detener a Zagal es su hermano… tú
Lacros. Sirus jamás tuvo más hijos, pero tú eres hermano de espadas con Zagal…
ambos son Espadas Juramentadas. Espadas del rey de Oeste.
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